Una tarjeta de vacunación, y hasta una prueba con resultado negativo, se han barajado como posibles alternativas para permitir la asistencia del público. Todo esto, sin contar con el personal del evento, más los artistas, músicos, técnicos de sonido y luces, catering, seguridad y personal médico, que también tendrían que estar vacunados o al menos, presentar un certificado negativo ante el virus. Con este panorama es muy posible que no veamos una nueva edición de estos grandes festivales hasta el 2022.
Para aquel que no esté familiarizado con estos eventos, simplemente con decir que, en 2019, aproximadamente 30 millones de personas asistieron a algún evento musical en el Reino Unido, pone sobre el papel la magnitud de un sector clave en el entretenimiento en Europa. Bloodstock (Inglaterra), HellFest (Francia), Download (Inglaterra), Sweden Rock (Suecia), Steelhouse (Inglaterra), Super Bock Festival (Portugal), RockFest Barcelona, Resurrection Fest (Galicia), o el ViñaRock en Villarrobledo (Albacete), son muchos de los festivales que podrían caer o tal vez mutar en otro formato para su existencia en este 2021.
En Alemania el gobierno ha aprobado un fondo de 2500 millones de euros para cubrir los costos de cancelaciones y otros gastos derivados que afectan directamente a la supervivencia de eventos artísticos. En Austria este mes se ha empezado con un plan de seguros para todos aquellos eventos que no puedan, finalmente, llevarse a cabo.
